Florencia se presenta
Paseo por los senderos del jardín Bardini en este largo verano de "San Martín" que parece no querer acabar nunca, y he aquí que el aire se impregna con un sonido persuasivo, lo reconozco: es el preludio de la Suite n.° 1 de Bach. Estoy tan ensimismado en fotografiar los últimos retazos del color de un otoño ahora extinguido, que la voz suave y cálida de un violonchelo se convierte en la de una Florencia que allí, en ese momento, quiere confiarse conmigo en un cuento en imágenes.
Muestra postales de colores a los turistas que viajan en el "CitySightseeing"; que se preguntan, atontados: «¿Dónde está el David? »; que comen "auténtica cocina florentina", sentados alrededor de ceñidas mesas en la calle; que compran "artículos de cuero genuino" canalizados en las tiendas de referencia de las agencias de viaje; que fotografían el Duomo, el Ponte Vecchio, Santa Croce o alguna estatua y ellos delante de la foto, diciendo: «¡Aquí estuve yo!» Una visión epidérmica de la ciudad, "aire de Florencia, enlatada", pero no podría ser de otra manera.
Hojea imágenes reflejadas en los escaparates que la muestran en un contraste entre los sujetos actuales y aquellos reflejos, como "escenas retrospectivas" del pasado, que se encuentran y chocan con la intención de proponer una ciudad que quiere vivir el presente para no quedarse prisionera de la propia historia. Una convivencia difícil cuyos resultados dependen sólo de los actores de esta "Comedia".
Por último, se demora en las fotografías en blanco y negro que van más allá de las acostumbradas banalidades y tópicos y tratan de descubrir la otra Florencia más inusual e imprevista. Son fotografías que la representan en su cotidianidad y muestran las costumbres de un día de mercado, la desconfianza del "marginado" que mendiga en la puerta de la iglesia, la alegría de una boda, el miedo al emigrante que ocupa nuestro territorio, la oportunidad de una ocasión teatral, la rabia por un desprecio a un monumento, el placer de un concierto. Un espíritu crítico hecho de polémica, curiosidad, denuncia, cariño, que lleva al convencimiento de haberla ya vivida.
Y el cuento termina con el sonido del violonchelo que se pierde entre las hojas del jardín. Bien es cierto que en los alrededores se reunía la "Camerata de' Bardi" que dio lugar al nacimiento del melodrama rompiendo con el pasado, pero seguiendo con este espíritu de "florentinidad" en el que la ciudad - para bien o para mal - sigue reconociéndose. Un espíritu que yo encuentro en el modo "mayor", positivo, de la suite apenas escuchada.
Piero Farolfi
Muestra postales de colores a los turistas que viajan en el "CitySightseeing"; que se preguntan, atontados: «¿Dónde está el David? »; que comen "auténtica cocina florentina", sentados alrededor de ceñidas mesas en la calle; que compran "artículos de cuero genuino" canalizados en las tiendas de referencia de las agencias de viaje; que fotografían el Duomo, el Ponte Vecchio, Santa Croce o alguna estatua y ellos delante de la foto, diciendo: «¡Aquí estuve yo!» Una visión epidérmica de la ciudad, "aire de Florencia, enlatada", pero no podría ser de otra manera.
Hojea imágenes reflejadas en los escaparates que la muestran en un contraste entre los sujetos actuales y aquellos reflejos, como "escenas retrospectivas" del pasado, que se encuentran y chocan con la intención de proponer una ciudad que quiere vivir el presente para no quedarse prisionera de la propia historia. Una convivencia difícil cuyos resultados dependen sólo de los actores de esta "Comedia".
Por último, se demora en las fotografías en blanco y negro que van más allá de las acostumbradas banalidades y tópicos y tratan de descubrir la otra Florencia más inusual e imprevista. Son fotografías que la representan en su cotidianidad y muestran las costumbres de un día de mercado, la desconfianza del "marginado" que mendiga en la puerta de la iglesia, la alegría de una boda, el miedo al emigrante que ocupa nuestro territorio, la oportunidad de una ocasión teatral, la rabia por un desprecio a un monumento, el placer de un concierto. Un espíritu crítico hecho de polémica, curiosidad, denuncia, cariño, que lleva al convencimiento de haberla ya vivida.
Y el cuento termina con el sonido del violonchelo que se pierde entre las hojas del jardín. Bien es cierto que en los alrededores se reunía la "Camerata de' Bardi" que dio lugar al nacimiento del melodrama rompiendo con el pasado, pero seguiendo con este espíritu de "florentinidad" en el que la ciudad - para bien o para mal - sigue reconociéndose. Un espíritu que yo encuentro en el modo "mayor", positivo, de la suite apenas escuchada.
Piero Farolfi