Spoon River
Se llamaba Antonio, apodado «Tugnacén» por su aspecto esmirriado. Trabajaba como campesino, pero en el arte era músico, o más bien, clarinetista. Toda la vida con el clarinete en la mano, en Do, tocando en los bailes de salón, en las fiestas, en las eras, en las plazas. Tenía un conocimiento aproximado de la música, tocaba mucho de oído.
Éramos amigos, aunque él era más viejo. Tocábamos también juntos y nuestra orquesta se llamaba la «Orquesta de la garrafa» porque debajo de la silla de Antonio siempre había una garrafa de vino con una copa boca abajo. La orquesta podía estar compuesta por dos, tres o cuatro müsicos e incluso más, según las necesidades de cada caso, pero cuando la garrafa se vaciaba, la orquesta se paraba.
Perdió dos dedos, los de la mano izquierda, en un accidente en el campo y sin embargo siguió tocando de forma aproximada, tratando de compensar las dificultades técnicas encontradas con notas prolongadas.
«Por lo tanto» decía «¡para hacer bailar a la gente, es suficiente mantener el tiempo y terminar juntos!»
Para superar el inconveniente pasó a la trompeta con tres teclas. Estaba convencido «lo hace todo y más que suficiente». Y fue su último amor.
Murió de repente, sin dolor. En el cementerio hay una foto suya en la que está tocando la trompeta.
Piero Farolfi
Éramos amigos, aunque él era más viejo. Tocábamos también juntos y nuestra orquesta se llamaba la «Orquesta de la garrafa» porque debajo de la silla de Antonio siempre había una garrafa de vino con una copa boca abajo. La orquesta podía estar compuesta por dos, tres o cuatro müsicos e incluso más, según las necesidades de cada caso, pero cuando la garrafa se vaciaba, la orquesta se paraba.
Perdió dos dedos, los de la mano izquierda, en un accidente en el campo y sin embargo siguió tocando de forma aproximada, tratando de compensar las dificultades técnicas encontradas con notas prolongadas.
«Por lo tanto» decía «¡para hacer bailar a la gente, es suficiente mantener el tiempo y terminar juntos!»
Para superar el inconveniente pasó a la trompeta con tres teclas. Estaba convencido «lo hace todo y más que suficiente». Y fue su último amor.
Murió de repente, sin dolor. En el cementerio hay una foto suya en la que está tocando la trompeta.
Piero Farolfi